dissabte, 19 de gener del 2019



Un león llora su realidad, 
se emociona mucho,
todo el tiempo,
por las cosas más diminutas,
y por las enormes solloza y se abraza con todos.

En su pasado solía incendiar nieve,
pero ahora, en su ciudad cada día es ferragosto.

Le cuesta pero a la vez no,
como si en otra vida hubiera vivido en una bahía en Mexico.

Nunca recuerda las normas de los hiatos,
aunque sus ideales saben a canela y a señoras que hablan muy bien el catalán.

Y ahora nada, 
ahora todo
él baila muy bien
y tiembla 
misticamente 
con una música de un país en el que el padre que no tuvo vivió.

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