dilluns, 30 de maig del 2016

Que difícil es decepcionar a alguien querido,
hay que estar muy seguro de los propios deseos para no titubear, para no romperse, para estar seguro que valdrá la pena instalar la tristeza en la garganta del otro y a pesar de eso seguir andando con determinación y entereza.
Pero aún así, a veces, uno se va
y hiere mucho,
en el uno y en el otro.

diumenge, 29 de maig del 2016

Ai Juanita, si tan solo pudiera parecerme a ti.
Te cuento lo siguiente
que resulta que
le digo adiós.
Y no la puedo complacer,
quizás no toca que la complazca,
ni un minuto más.

De todos modos mi estómago ya es hormigón caliente.
No aprendo,
aunque parezca que crecida ando.

Éstos años junté poder,
y ahora me vigilo;
hasta dormida,
no descanso.

Explotaría, 
lo desenredaría todo.

Pero no.

Vivo en la espalda de mi resistencia.
La inhalo y se me salen por las grasas las ganas,
soltarme.
Al margen de todo,

Pero no.
Aún están todas presentes,
intrusas en mi plato.

Y me cuido,
sin puerta
suelto a los perros.

Pero no.

Vigilancia eterna y maldita
y yo rezando en voz alta.

Borde oscuro.

dijous, 26 de maig del 2016


Siento que estoy cerca de tu corazón de agua negra
pero yo me abrazo ésta vez.
todas las cosas que me digo son tremendamente bellas.


Te lo agradezco de todas formas, con cariño y dulzura
el poder que gesté es hermano de tu sombra.

Si te parece bien,
le pondré fin ésta noche en la que me sobrevivo, 
me sonrío 
y te bailo como a un pasado hermoso del cual querría tener fotos
(pero no).



Ahora y al fin, 
por fin, 
yo crepito,

y tu...
tu sigues tosiendo pimienta.


dijous, 19 de maig del 2016

Fumo como si tuviera un hijo en la cárcel,
ya solo quedan dos últimos cigarros en la cajetilla...eso me angustia tremendamente,
por lo que abro la heladera en la oscuridad de la cocina y engullo manteca.
Me la meto en la boca con la mano, me meto más de la que puede alojar mi boca de viejo, la empujo temblorosamente, rápido, como si estuviera robando la corona de la reina de Inglaterra.Mis ojos se dan vuelta durante ese instante en el que destruyo mi colesterol y mis papilas gustativas.Los párpados tiemblan como alas de mariposas, la sangre se me para durante un segundo, pero no, vuelve a brotar, vuelve a bombear por mi cuerpo lleno de arrugas secas.

Me prendo un cigarro sin siquiera haber bebido un trago para pasar la manteca.
Sigo a oscuras, 
excepto por la brasa del tabaco quemando el papel.
Hago una calada aceitosa, pastosa, empapo el papel del cigarro con mis labios mantecosos.

Llega mi esposa.Pánico.No puede verme así.
Oigo sus llaves chocar con la mesita de la entrada.
Mientras escucho sus pasos por el pasillo lleno rápidamente una taza con café frío, seco de la mañana y trago hasta el final.
No respiro, se me sale el corazón del pecho, 
aguardo su cara frente a la mía llena de culpa y grasa.

Abre la puerta de la cocina y me pregunta que carajo hago a oscuras y mientras prende la luz mira la taza que tengo en la mano temblando; dice que si bebo tanto café no podré dormir después.Se da vuelta y sigue hasta el comedor, la oigo quitarse el abrigo.

Respiro al fin, no ha notado ni rastro del medio kilo de manteca que hace unos minutos dilataba aceitosamente mi garganta para caer como una piedra en la boca de mi estómago kamikaze.

Me da lástima su ignorancia, no sabe que invoco el suicidio cada tarde durante los diez minutos de soledad que tengo entre que llego a casa del trabajo y llega ella.
No sabe que busco la muerte de la manera más inútil y cobarde. 
No sabe que lo que más deseo en el mundo es convertirla en viuda,
aunque lo que no se yo es en qué momento me he convertido en éste ser miserable y grotesco que solo vive para repartir muerte.