Invitados
estamos, estáis, a ésta silenciosa reunión de compañeras que se conocen de
otras galaxias desconocidas.
Rescaté feminidades de otras épocas y países, reconozco sus rostros y pretendo que ustedes también lo hagan, como una suerte de antepasadas universales, amigas, hermanas, vecinas de todos y de ninguno de nosotros.
No son mi creación, son potencia en mis dedos, ellas decidieron instalarse aquí, yo solo las dejé entrar; son rostros, se paran a mirarnos, nos pararemos a mirarlas.Vivas y muertas, son todos los ritmos que nos habitan, juntas en las paredes de La vieja guarida, tejerán una existencia singular, expresada abiertamente como provisoria, revocable, insignificante, trascendental y poderosa.
Ellas
serán aunque dejemos de recordarlas.
Deberemos,
entonces, por cualquier medio, evitar fijarlas, identitariamente, no quieren
ser aceptadas, toleradas o invitadas a ser alguien legible y de bien, son más
que eso, son líderes literarios, disuelven el Yo, son manada.
Salgamos
con ellas, por fin, a los encuentros que nos harán más libres, más potentes,
dejemos que nos cuestionen, vivamos en ésta pequeña reunión sus existencias,
devengamos preguntas, pasados y futuros llenos de autodeterminación y fuerza
individual, seamos estrellas estallando juntas.