diumenge, 22 de novembre del 2015

Se quieren dice ella,
nos queremos digo yo.

No importa si realmente tenemos algo que ver...no importa. 
Fui implacable. 
Hoy creo no serlo más.

Ojalá.
Sería un fin.
Sería un principio.

Sería, 
yo sería. 

Yo sería yo.
Podría ser mi.

Siempre y cuando se vayan.
Porque al fin y al cabo las ficciones son solo eso, 
no quedan, 
no explotan, 
no tocan estómagos, 
resbalan como aires ácidos rozando con asco la carne humana.

Hacen temblar a cada paso, como una suerte de terremoto continuado que no deja descansar, abrazar y cerrar los ojos con plenitud.

Por lo menos, 
por lo más, 
por favor, 
como un favor,
de no se quién
las decrépitas que me visten de enfermedad, ayer no estuvieron.

Bailemos.

diumenge, 15 de novembre del 2015

Es domingo, 
es domingo...no pasa nada, solo trascendentalidad en cada movimiento.

El café después de comer, los invitados se han ido, si, se fueron. Aunque no eran mis invitados.
Siempre me dieron pánico los domingos, pero un pánico quieto, de resistencia. Como si estuviera muda, inmóvil rezando para que no suceda, que no suceda que el tiempo corra.
Limpié hasta el último milímetro de la cocina. Los vasos están durmiendo ahora perfectamente alineados sobre el trapo blanquísimo, brillan del exceso de jabón que usé. 
Son buena compañía para mis uñas impecables y el olor a café...podrán oler el café los vasos? La taza suena seca y tensa sobre su plato pequeñito a conjunto. Siempre me pareció una pareja que no se quería, la taza y su plato. El plato y su taza?

Es absurdo lo que pienso los domingos. Como una tristeza, un cansancio, un fin...no entiendo porque dividimos tan mal el tiempo. Porque tanta pena?
Me genera ansiedad el domingo. Los sábado los exploto hasta que llega esa hora de la madrugada en que verdaderamente se me cierran los ojos y me tiemblan las piernas, todo para poder pasar el domingo debajo cualquier cosa sin darme cuenta, ignorante...de que la luz se va, el domingo se va. El domingo yéndose es aún más triste que el domingo en sí.

Siempre me pasó lo mismo, siempre. 
Las uñas, los ruidos sordos, las perfección enfermiza, los buenos modales, el ser correcta, limpia y estricta...como una suerte de religión, una doctrina de la conducta que sufro y hago sufrir a los de mi alrededor igual que mis adultos de los que saqué toda ésta mierda que me construye.

Bordar, pintar, ser súper amable, súper lista, una belleza, flaca, no pasarlo bien aunque nunca confesar pasarlo mal, aparentar disfrutar todo, pero no hacerlo realmente. Saber de todo, hacerlo todo bien, responsable, despierta, comprometida, la mejor. Siempre la mejor.

Voy a estallar en cualquier momento...esta cuerda que me estrecha especialmente los domingos donde podría hacer lo que quisiera pero no...y lucho contra las fabricantes de mi asco y el disfrute que anhelo poder algún día vivir relajadamente.

Pero no.