Lo de menos
tocar ese metal.
Aunque me lo regales
sabes que las manos de café y plata
no se lo merecen, divisan el nombre de mi madera infinita,
en ese ahora en el que tus trajes se convierten en bruma.
Quizás fue así siempre,
yo no sé porque entendí todo lo contrario.
¿Te acuerdas de ayer?
En la última vocal
se rompió algo,
quizás tu también lo oíste.
Así pues me borro, me vuelo, me bailo, me miro, me escribo, me hago, me sonrío
ya no más nada con ese temblor que te sale al caminar.
Desde ahora
tu solita
te tendrás.
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