dimarts, 9 de febrer del 2016

Hoy llevo puesta la lentitud de felino.
Me muevo despacio, erguida.
Como en las películas cuando un fantasma querido pone su mano transparente en el hombro del vivo protagonista,

y apenas se perciben,
un instante.

Un movimiento articulado desde las patas hasta el estómago,

un baile diminuto, 
imperceptible.

Acumulo 
y lo reparto para que no se me rompa el ombligo.

Una tensión tan agradable,
una contención pensada,
en un ambiente tibio que me tiñe de naranja.

Como hace un tiempo atrás,
me ilumino en soledad.





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